En estadística solemos trabajar de la mano de los conceptos y datos de las instituciones oficiales de información de los Estados. En México esta institución es el INEGI; organismo reconocido a nivel internacional por la producción de datos. En este tenor, los conceptos que maneja son punto de partida para estudios de mercado ya que en varios casos trabajamos con sus estadísticas.
Cuando abordamos a una persona para una entrevista solemos aplicar la regla AMAI (ya sea la regla 8×7 o la 2018 de la cual ya hablamos en entradas anteriores de este blog: https://blog.acertiva.com/2020/01/08/reglas-amai-2018-vs-8×7/). En este caso surgen suspicacias respecto a quién se refiere el nivel socioeconómico arrojado por la regla.
Antes hay que diferenciar entre individuo, hogar y vivienda. El individuo es cada una de las personas que nos proveen información en una entrevista F2F. Ahora bien, la unidad de uno o más individuos que residen en un sitio de forma habitual conforman un hogar. Un hogar o varios de ellos pueden ocupar espacios delimitados en la mayoría de las veces por paredes y techos con entrada independiente que se construyó y/o se usa para que ahí vivan individuos y/o grupos de ellos; éstos son las viviendas.
La regla AMAI se diseñó para clasificar los hogares. De esta manera, no es viable para asignar una clase de nivel socioeconómico a cada uno de los individuos o viviendas, entendiendo que éstas últimas no siempre están conformadas por un solo hogar.
Es por ello que a la hora de hacer tareas de verificación surgen problemas como que el individuo entrevistado no parece corresponder por observación al nivel socioeconómico que refirió en la entrevista que nos proporcionó. Estas discrepancias surgen debido a que no todos los miembros de un hogar (en especial aquellos conformados por varios individuos) aportan al ingreso del hogar. También hay casos de que no todos los integrantes de un hogar comparten valores, actitudes y/o valores con el resto de los miembros de su hogar.
También hay casos en que se quiere inferir el monto del gasto de los hogares con base en la regla AMAI. No obstante, debe considerarse que no todas las ciudades tienen el mismo rango de precios al consumidor por lo que hay plazas en las que el estilo de vida pueda ser más oneroso que otras y por ende el intento por calcular el gasto puede generar más problemas de análisis que hallazgos útiles.
Sugerimos entonces que la clasificación AMAI se considere sólo como un medio para clasificar a los hogares. Si se requiere conocer el gasto o características propias de los individuos o viviendas nuestra recomendación es generar instrumentos de clasificación acordes a estas necesidades. Nosotros podemos ayudarte si tienes dudas al respecto.
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