La respuesta es afirmativa. De acuerdo con un estudio realizado por Paul Connell y su equipo para el Journal of Consumer Research, los adultos que fueron expuestos a publicidad de productos alimenticios durante su infancia, tienden a tener una imagen más favorable de los beneficios nutritivos de esos productos, a pesar de que en realidad esos productos no necesariamente sean los mejores para su salud.
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