Hace pocos días el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático (IPCC por sus siglas en inglés) publicó sus hallazgos sobre los escenarios que podemos sufrir en el corto y largo plazos de continuar o cambiar con nuestro estilo de vida actual. No es una noticia menor. La mayoría de posibles futuros que nos aguardan son funestos y anticipan mayores retos que los que combatimos en nuestros días.
Desde hace algunos años las empresas y marcas han asumido un rol más proactivo para incidir de forma constructiva en los sitios en los que se desenvuelven. Este involucramiento se debe, entre otras cosas, a que la opinión pública y expertos de diferentes latitudes las han señalado como copartícipes del estado del clima en nuestro planeta. Los protocolos de protección al medio ambiente y desarrollo sociedad son algo ya común en varios mercados.
Los consumidores suelen calificar positivamente a las empresas y marcas que llevan a cabo acciones tangibles y regulares para reducir los daños ambientales. Entre las actividades más comunes podemos encontrar campañas de reforestación y maratones de acopio de materiales. No obstante, no son las únicas formas en que pueden sumar esfuerzos para revertir los daños que nos pueden condenar a un porvenir poco amigable.
La publicidad y el marketing han demostrado en muchas ocasiones su poderoso papel a la hora de modificar los hábitos y usos de las personas. En otras entradas de este blog hemos señalado ejemplos prácticos de esta técnica. Así, las marcas unen esfuerzos con autoridades públicas con miras a corregir tradiciones que de no ser rectificadas pueden resultar en efectos mucho más costosos de remediar que el invertir en comunicaciones con el consumidor a largo plazo.
La educación por medio de la publicidad no es algo nuevo y se ha aplicado en diversos momentos de la historia contemporánea. Un mensaje difundido mediante una coordinada campaña en diferentes medios puede resultar en efectos más duraderos y con mayor alcance que si se eligieran otras alternativas. Sin embargo, reunir los intereses de las marcas y las autoridades puede no ocurrir en muchas ocasiones. Cuando es posible esta mancuerna la intervención de la investigación de mercados resulta crucial para asegurar que la inversión en este esfuerzo no resulte en un gasto.
Para lanzar una campaña exitosa es necesario conocer los hábitos y usos de las personas a quienes van dirigidos los mensajes. Así mismo, es primordial saber los patrones de consumo de medios e información. De otra manera no sería posible pautar los mensajes en los medios, horarios y con la regularidad con mayor probabilidad de recordación. Tampoco hay que olvidar que un desconocimiento del lenguaje, los códigos y los interlocutores más aceptados por los segmentos a impactar resultaría en un trabajo infructuoso.
Conocidas las bases para la planeación de una campaña de publicidad con fines educativos podemos pasar a su ejecución. Aún así, ahí no acaba la participación de las analistas de mercado en este tipo de esfuerzos. Al término de la campaña o en intervalos definidos con anterioridad se debe evaluar el verdadero impacto de las campañas educativas para saber si es necesario hacer adecuaciones en las futuras pautas.
Al final de cuentas, las relaciones de apoyo mutuo entre las marcas, las autoridades y la sociedad pueden asegurar cambios que nos beneficien a todos. Si tu empresa está en planes de emprender esfuerzos de concientización y educación para alcanzar metas de responsabilidad ambiental y social puedes escribirnos. En Acertiva tenemos la experiencia para desarrollar estudios cualitativos y cuantitativos sobre el tema en América Latina. Escríbenos hoy mismo para saber más.
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