En la historia de la Humanidad se han dado muchos hitos que han cambiado la vida cotidiana de las personas. En los últimos siglos estos cambios han sido más vertiginosos y cada vez más rápidos. Desde la Primera Revolución Industrial es que este fenómeno se ha acelerado lo suficiente como para que más de uno perciba que las transformaciones son muy veloces cada día que pasa. Estas constantes adaptaciones siempre están acompañadas de temores y resistencias.
No es un secreto a voces que en muchas sociedades de los últimos siglos se piense que los tiempos pasados fueron mejores, más sosegados y más tranquilos. En el siglo XX se pasó de usar telegramas y correo convencional a líneas telefónicas domiciliarias y televisión de acceso público sólo por mencionar el caso del ámbito de las telecomunicaciones. Ejemplos sobran. El siglo que transcurre no es la excepción y parece que estamos en medio de un nuevo aceleramiento.
La pandemia, la crisis económica y los nuevos adelantos científicos y tecnológicos nos están conduciendo a un mundo parecido al que soñaron algunos visionarios. Hoy las personas llevan consigo un dispositivo que les permite estar conectados con todo el conocimiento y las personas en todo momento y lugar. No obstante, esta situación nos pone a repensar en si no vamos demasiado de prisa y si valdría la pena seguir usando aquello que ya está con nosotros.
Hace años muchos temieron por el destino de la radio ante la irrupción de la televisión. Hoy tenemos una sensación similar cuando podemos elegir entre leer un libro en una tableta o en su versión impresa. Hay defensores de que lo analógico y ya probado debe permanecer y ocupar un papel protagónico en nuestras vidas. Otros, en cambio, pugnan por una transición en la cual lo anterior sea puesto en las vitrinas de los museos.
Lo que la historia nos ha demostrado es que es raro que se produzca un abandono completo de las tecnologías pasadas cuando su uso es extendido y cubre necesidades específicas. Esta tendencia se observa en mayor grado en sitios donde las condiciones no permiten ponerse a la zaga de lugares más avanzados. Un claro ejemplo de esto es América Latina donde los adelantos suelen llegar con cierto retraso.
En Investigación de Mercados aún es posible ver que habrá situaciones en las que se tendrá que usar cuestionarios impresos en papel para recabar datos dado que no es posible el uso de teléfonos inteligentes por temas de accesibilidad o seguridad. En varios equipos de campo no es inusual que aún teniendo mapas digitales se tenga como respaldo un mapa o atlas para lidiar con situaciones de baja señal o ausencia de energía eléctrica.
Es cierto que algunas cosas sí caen en el olvido porque logran ser sustituidas por soluciones más eficientes que hacen la misma función con muchos menos recursos. Hoy en día sería un tanto inconveniente usar una máquina de escribir manual para redactar un reporte cuando se cuenta con computadoras de escritorio y portátiles que hacen la misma tarea de manera más veloz y práctica. Sin embargo, en los casos que no éstas pueden convivir ocupando nichos específicos.
Estar atentos a las tendencias, pero al mismo tiempo tener práctica y respeto por lo que está en retroceso nos ayuda a ser más versátiles y humildes en nuestra labor. El equipo de Acertiva está al tanto de ello y es por eso que podemos adaptar las necesidades de quienes confían en nosotros a la realidad de los países de nuestra región. Escríbenos hoy mismo para que juntos escribamos tu próxima historia de éxito.
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