Ya ha trascurrido la mitad de octubre y la paciencia se ha agotado en muchos mercados y personas. El COVID-19 ha puesto a prueba la resiliencia de todos. Cuando las primeras medidas se impusieron en los primeros meses del año se habló de que las limitaciones durarían poco tiempo. No obstante, la contingencia muestra signos de tener un repunte este fin de año con las consecuencias que esto implica.
El nerviosismo se muestra como pánico y desánimo en algunos ya que el sobrevivir hasta este punto ha significado un verdadero desafío que puso al límite las capacidades y recursos de Estados, empresas, familias y personas. En cambio, otros todavía ven oportunidades en medio de un ambiente incierto en muchos sentidos. Únete al enemigo dice un dicho popular. Ante el difícil escenario que continuará, al menos todo el año entrante, las opciones disponibles se pueden resumir en dos alternativas.
La primera de ellas es continuar con el encierro y la suspensión de las actividades sustanciales con el objetivo de que cuando esta coyuntura termine se cuente con todo el ánimo, fuerza, recursos y conocimientos posibles. Los más aptos tendrán mejores posibilidades de recuperación y desarrollo. Como si de una semilla antes de la primavera se tratara. Este camino no está al alcance de todos puesto que requiere de ahorros para sobrevivir a este invierno.
La segunda posibilidad es arriesgarse a romper el estricto confinamiento, con las debidas precauciones sanitarias. Esta alternativa es la que la enorme mayoría de nosotros ha asumido. El COVID-19 no es la única enfermedad a la que la humanidad se ha enfrentado. Por ello, si la vacuna o el medicamento para esta enfermedad tardaran aún en estar disponibles para todos sólo queda continuar adelante. El mundo seguirá girando con o sin nosotros.
Ambas soluciones no son excluyentes entre sí y pueden compaginarse en distinto grado en función de la condición de cada empresa o individuo. Hoy en día la tecnología ha permitido que muchos puedan continuar sus actividades productivas al mismo tiempo que guardan el distanciamiento social, pero la tristeza y la frustración dominan el sentir colectivo de todas formas. Esta situación es más álgida en LATAM.
El espectáculo debe continuar. Muchas personas ya están retomando gran parte de sus vidas de la mano del uso obligatorio de mascarillas, lavado constante de manos y guardando la debida distancia física con los demás. ¿Cómo afectará a las personas en el mediano y largo plazo esta experiencia? Esa interrogante la puede resolver la investigación de mercados. Las personas quieren ser escuchadas. Y aprecian todavía más ver que sus confidencias y opiniones dirigen las respuestas de quienes les rodean.
No hay mal que dure cien años. Aunque no es la primera crisis que vivimos, si es la primera con este grado de afectación y permanencia en el tiempo que nos toca enfrentar. Es momento de cambiar o desaparecer. En Acertiva podemos ayudarte a tomar las mejores decisiones. Acércate a nosotros. Con mucho gusto atenderemos tus inquietudes y necesidades.
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