Tolerancia a la frustración o la vida en 2020

Al siglo XXI le quedan poco más de 80 años para terminar, si consideramos que empezó en 2001. No obstante, parece que lo que no ocurrió en los anteriores 19 años está teniendo lugar en los últimos diez meses. Casi nadie podrá dejar pasar 2020 como un año más. La experiencia que nos pueda dejar el COVID-19 trascenderá a nuestra generación. No es para menos. Sus efectos nos acompañarán algún tiempo más en el mediano plazo.

En un inicio, entre el proceso de negación, el desconocimiento de las implicaciones de la infección por SarsCov-2 y los dichos de varias autoridades de salud, pensamos que esta crisis sería parecida a otras recientes como el SARS o la influenza AH1N1: unos cuantos meses de cuidados y podríamos seguir adelante con nuestra anterior cotidianidad. Sin embargo, no fue así.

El mundo cumple a fin de mes 10 meses de contingencia sanitaria. Y no hay señales de que lleguemos al final de la emergencia. Esto debido a que no contamos con una vacuna eficaz para conseguir la inmunización masiva, un tratamiento efectivo para tratar la infección o se conozca en un grado razonable todos los pormenores del ciclo de contagio. El resultado ha sido un desgaste de la sociedad, y este desgaste es una de las causas de manifestaciones públicas y actos de desobediencia en varias ciudades.

Desde niños, nuestros abuelos y padres nos han hablado de la tolerancia a la frustración. Su aplicación quizá se limitaba a desarrollar la capacidad de saber esperar o a renunciar a algún satisfactor en vista de las circunstancias. Hoy en día, muchos han tenido que llevar al límite este proceso. Eso en el caso de los que tuvieron oportunidad de practicarlo con anterioridad.

Saber cuándo terminará la pandemia no es posible en este momento. Existen muchas posibilidades de que pasen aún varios meses antes de empezar a vislumbrar el cese de la crisis de salud. Por ello, la recomendación para las personas es evitar el desgaste por anticipar una fecha próxima de regreso a la normalidad y asumir que las medidas de distanciamiento social permanecerán una temporada más. También es el caso de la suspensión de actividades que involucren altas concentraciones de personas en sitios cerrados por mucho tiempo.

Ahora es oportunidad para que consumidores y empresas establezcan nuevas relaciones ya que algunas de éstas nuevas formas perdurarán a lo largo del tiempo. La vida nunca volverá a ser como antes, pero hoy estamos en la situación de reinventar cómo nos relacionamos, qué esperamos de quienes nos rodean, y con quiénes contaremos en momentos difíciles.

En investigación de mercados vivimos días coyunturales; repletos de incertidumbre y de oportunidades. Es la hora de demostrar el papel que tenemos como analistas para tender puentes entre el consumidor y las marcas. Te invitamos a escribir las historias que ayudarán a todos a enfrentar un nuevo porvenir con las mejores herramientas, datos e información posibles.